Capitulo 1
Llovía incesantemente y no parecía que fuese a acabar, ya eran quince días los que llevaba el cielo de castigar a tan apacible población que habitaba la región del Oriente Medio, región que albergaba a la ciudad conocida como Ore. La lluvia no cesaba y el joven Jesse se refugiaba bajo unas zarzas que mas que cubrirlo lo bañaban en agua, pero él por soportarlo se inclinaba a pensar que no llovía, sino que el sol era tan fuerte que los cielos lloraban del calor.
Jesse se dirigía hacia Ore, pues andaba en busca de conocer la realidad sobre la mítica dama del lugar, de la cual se contaban innumerables relatos en su pueblo natal Ecbatana. Ecbatana era un pueblo situado a aproximadamente 48 días de distancia de Ore, en viaje a camello veloz, y claro que los de Jesse eran los más veloces del lugar, pues con su padre tenían una venta de camellos en donde Jesse era el encargado de domarlos y ponerlos en capacidad de soportar un viaje de hasta 60 días parando únicamente 4 veces por agua en tiempo de calor. Jesse siempre había tenido la ilusión de conocer a
Jesse despertó de sus sueños solo para encontrarse desparramado bajo unas zarzas medio muertas de tanta agua que habían tomado durante los últimos 16 días de la tormenta, con su ropa empapada, sus dos camellos acostados alrededor de él, sintiendo un vacío en su estomago que gritaba por tener algo que devorar, eran tres horas para el amanecer y Jesse ya no soportaba la lluvia torrencial que azotaba sin clemencia sobre él. Se levantó como bien pudo, despertó a sus camellos, los cargó y los tomó de las correas y se encaminó sobre el último tramo que lo llevaría ese día alrededor del medio día a
Ciudad de Ore, fundada 81 años después del diluvio anunciado por un profeta llamado Noakh, habitada por al menos 150 familias, 10 de las cuales eran de las más antiguas y una sola era la fundadora, la familia de
Las puertas frontales de la ciudad medían
Mientras Jesse contemplaba
-¡Tobe Yome¡
a lo que el anciano respondió:
-¡Tobe Ore¡ Joven, usted no es de esta región verdad?
-De hecho no lo soy, porqué lo dice?
-Porque en esta región no se saluda el Yome, sino el Ore, ¿vienes de muy lejos?
-De
-Que te trae por aquí joven? ¿No será que quieres conocer mis deliciosos bocadillos?, o ¿es que deseas conocer acerca de cómo es que llegamos a ser tan buenos cultivando?
-No, ninguna de las dos, aunque me gustaría degustar sus bocadillos.
-Entonces a qué se debe tu visita?
-Sucede que desde que tengo memoria he deseado conocer con respecto a
-Otro viajero sin cerebro. Disculpa, parecías alguien inteligente.
-Lo soy señor, y porque lo soy estuve dispuesto a venir hasta acá sabiendo que una tormenta arreciaría a medio camino, y por ello he traído a los mejores camellos que se pueden encontrar en toda la región y he logrado venir con cuatro días de anticipación.
-Te felicito muchacho, pero no es suficiente para mi, bueno, para que te considere alguien inteligente, pues lo que me dices es digno del mas insensato o aventurero, y más me atrevo a decir que lo primero.
-Señor, crea lo que quiera, pero de algo estoy seguro, que hoy probaré los bocadillos más ricos del mundo.
-AH¡, pues no eres tan insensato a pesar de todo, eh¡ Mi nombre es Obadiah, ven conmigo te ensañaré el lugar.
-Será todo un honor caminar con tan venerable anciano. Por cierto mi nombre es Jesse de Ecbatana.
Tras pasar
-Disculpe señor Obadiah, qué es lo que hace?
-Calla muchacho, murmuró el anciano.
-Qué es lo que se oye en el cielo?, preguntó Jesse ya un poco alterado.
-Que te calles te digo¡¡
Jesse entre asustado y asombrado guardó silencio hasta que los susurros se convirtieron en palabras audibles
-Dice lo que creo que dice? Preguntó Jesse.
-Depende lo que creas
-Acaso no dice “Mah-Al Ore”?
-Exacto, pero podrías callarte por favor.
Jesse ya enojado elevó su voz como un grito: ¡Dime que esta sucediendo por el amor del Creador¡
-Es ella
-Quien?
-Ella
-¿
-Exactamente, solo que aquí la llamamos
Inmediatamente al terminar Obadiah de responder a Jesse, las voces se elevaron a una hasta el cielo y terminó como una voz hermosa las palabras ¡Malkawi Ore¡ e instantáneamente la lluvia cesó.