sábado, 29 de marzo de 2008

La Princesa de Ore

Capitulo 1

Llovía incesantemente y no parecía que fuese a acabar, ya eran quince días los que llevaba el cielo de castigar a tan apacible población que habitaba la región del Oriente Medio, región que albergaba a la ciudad conocida como Ore. La lluvia no cesaba y el joven Jesse se refugiaba bajo unas zarzas que mas que cubrirlo lo bañaban en agua, pero él por soportarlo se inclinaba a pensar que no llovía, sino que el sol era tan fuerte que los cielos lloraban del calor.

Jesse se dirigía hacia Ore, pues andaba en busca de conocer la realidad sobre la mítica dama del lugar, de la cual se contaban innumerables relatos en su pueblo natal Ecbatana. Ecbatana era un pueblo situado a aproximadamente 48 días de distancia de Ore, en viaje a camello veloz, y claro que los de Jesse eran los más veloces del lugar, pues con su padre tenían una venta de camellos en donde Jesse era el encargado de domarlos y ponerlos en capacidad de soportar un viaje de hasta 60 días parando únicamente 4 veces por agua en tiempo de calor. Jesse siempre había tenido la ilusión de conocer a la Dama de Ore, de quien se decía que había presenciado un diluvio de magnitudes catastróficas unos dos siglos atrás y es a consecuencia de ese diluvio que las tierras del medio oriente aún no se encuentran en la condición geográfica que posteriormente llegarían a tener; también se decía que ella era descendiente de una rama de un varón llamado Set, de igual forma se comentaba en torno a ella que tenia cualidades inimaginables y que por haber estado cerca del lugar de la Creación antes que fuese quitado, tuvo la dicha de permanecer joven para siempre. Jesse, fascinado con esas historias se dispuso 46 días atrás a enmarcarse en tan tremenda hazaña, que al final marcaría su vida de un modo que él nunca se hubiera imaginado.

Jesse despertó de sus sueños solo para encontrarse desparramado bajo unas zarzas medio muertas de tanta agua que habían tomado durante los últimos 16 días de la tormenta, con su ropa empapada, sus dos camellos acostados alrededor de él, sintiendo un vacío en su estomago que gritaba por tener algo que devorar, eran tres horas para el amanecer y Jesse ya no soportaba la lluvia torrencial que azotaba sin clemencia sobre él. Se levantó como bien pudo, despertó a sus camellos, los cargó y los tomó de las correas y se encaminó sobre el último tramo que lo llevaría ese día alrededor del medio día a la Ciudad de Ore, no sin antes detenerse en una apertura que encontró en una montaña a la que él nombró como Yabbasah, que traducido quiere decir “Tierra Seca”, en donde él disfrutó de una hora de descanso de la lluvia, con dos pedazos de pan que pudo preparar 16 días atrás cuando vislumbro que una tormenta se asomaba. Luego de dejar Yabbasah retomó su camino, y llego a la Cuidad de Ore 11 horas después del amanecer.

Ciudad de Ore, fundada 81 años después del diluvio anunciado por un profeta llamado Noakh, habitada por al menos 150 familias, 10 de las cuales eran de las más antiguas y una sola era la fundadora, la familia de la Dama de Ore. La ciudad se extendía 75 kilómetros de radio, era una tierra que en sus orígenes había sido desierta, pero debido a extrañas razones se había convertido en la tierra más fértil de todo el Oriente Medio, sin embargo seguía estando rodeada por el desierto más árido que se conoce. Cuando Jesse ingresó a la Ciudad quedo pasmado, su sorpresa era tan grande que no se percató que había dejado a los camellos uno 200 metros atrás y que ya estaban nuevamente hidratándose, cosa que les sería muy útil. Al regresar en sí el joven, se dio cuenta de lo que hacían sus camellos, regresó por ellos y se dispuso a entrar por las puertas de tan esplendida ciudad, la cual no lo era tanto de su vista externa como de su vista interna, hecho del que Jesse se percataría muy pronto.

Las puertas frontales de la ciudad medían 22 metros de altura y tenían 11 metros de ancho, se encontraba rodeado por un muro de 25 metros de altura por 7 metros de grosor, y al abrirse la puerta lo primero que se percibía era un olor fragante a rosas abriéndose todas en una acción simultanea en la que soltando su polen como un acto sincronizado encantan a los visitadores; uno de los cuales definitivamente fue Jesse, quien al recibir en su rostro tan exquisito olor no tuvo mas remedio que detenerse a contemplar tan delicadas plantas. Pasado un tiempo de estar observando las plantas que rodeaban la parte interna de la ciudad en todo su contorno, se dispuso a acercarse a la parte frontal del edificio que da la bienvenida al visitante, el cual era la Torre del Norte, la cual constaba de siete niveles, con una vista absoluta de lo que circunda la Ciudad unos 60 Kilómetros a la redonda después de su frontera, tenía una altura de 40 metros, de piedra sólida y con tres hombres en turno cada cuatro horas. Jesse jamás había visto una edificación tan grande, y definitivamente no sería la mas grande que vería.

Mientras Jesse contemplaba la Torre del Norte una anciano se acercó a él, y Jesse por respeto se levantó de donde se encontraba recostado, se destapó su cabello y saludo al anciano:

-¡Tobe Yome¡

a lo que el anciano respondió:

-¡Tobe Ore¡ Joven, usted no es de esta región verdad?

-De hecho no lo soy, porqué lo dice?

-Porque en esta región no se saluda el Yome, sino el Ore, ¿vienes de muy lejos?

-De la Ciudad de Ecbatana, a 50 días de distancia de acá.

-Que te trae por aquí joven? ¿No será que quieres conocer mis deliciosos bocadillos?, o ¿es que deseas conocer acerca de cómo es que llegamos a ser tan buenos cultivando?

-No, ninguna de las dos, aunque me gustaría degustar sus bocadillos.

-Entonces a qué se debe tu visita?

-Sucede que desde que tengo memoria he deseado conocer con respecto a la Dama de Ore, y tengo entendido que ella habita en este lugar.

-Otro viajero sin cerebro. Disculpa, parecías alguien inteligente.

-Lo soy señor, y porque lo soy estuve dispuesto a venir hasta acá sabiendo que una tormenta arreciaría a medio camino, y por ello he traído a los mejores camellos que se pueden encontrar en toda la región y he logrado venir con cuatro días de anticipación.

-Te felicito muchacho, pero no es suficiente para mi, bueno, para que te considere alguien inteligente, pues lo que me dices es digno del mas insensato o aventurero, y más me atrevo a decir que lo primero.

-Señor, crea lo que quiera, pero de algo estoy seguro, que hoy probaré los bocadillos más ricos del mundo.

-AH¡, pues no eres tan insensato a pesar de todo, eh¡ Mi nombre es Obadiah, ven conmigo te ensañaré el lugar.

-Será todo un honor caminar con tan venerable anciano. Por cierto mi nombre es Jesse de Ecbatana.

Tras pasar la Torre del Norte se encuentra el Ayuntamiento de la Ciudad que contiene en su parte frontal la siguiente leyenda “El Ore será antes del Kho-Shek”, Claro que Jesse no comprendió en lo mas mínimo lo que la frase indicaba, sin embargo se detuvo a contemplar la plaza central que se ubicaba exactamente frente al Ayuntamiento. La plaza tenía una forma circular, con un radio de uno 16 metros, toda rodeada de flores que Jesse en lo personal nunca había observado; algo que inquietaba a Jesse era el aspecto del lugar, que todo se movía con tranquilidad a pesar de la tremenda lluvia que caía sobre él, la gente realizaba sus actividades de una forma normal, sin preocupación, tanto así que hasta el mismo Jesse empezó a sentirse tranquilo. Tranquilidad que perdió cuando de la nada se empezaron a escuchar unos susurros, que fueron aumentando gradualmente; cuando Obadiah los escuchó rápidamente se sentó sobre el suelo, al igual que toda la gente, a excepción de Jesse, y elevó su vista a los cielos.

-Disculpe señor Obadiah, qué es lo que hace?

-Calla muchacho, murmuró el anciano.

-Qué es lo que se oye en el cielo?, preguntó Jesse ya un poco alterado.

-Que te calles te digo¡¡

Jesse entre asustado y asombrado guardó silencio hasta que los susurros se convirtieron en palabras audibles

-Dice lo que creo que dice? Preguntó Jesse.

-Depende lo que creas

-Acaso no dice “Mah-Al Ore”?

-Exacto, pero podrías callarte por favor.

Jesse ya enojado elevó su voz como un grito: ¡Dime que esta sucediendo por el amor del Creador¡

-Es ella

-Quien?

-Ella

-¿La Dama de Ore?

-Exactamente, solo que aquí la llamamos la Princesa de Ore.

Inmediatamente al terminar Obadiah de responder a Jesse, las voces se elevaron a una hasta el cielo y terminó como una voz hermosa las palabras ¡Malkawi Ore¡ e instantáneamente la lluvia cesó.